Fragmento del libro Bienvenido Yôga de Edgardo Caramella

Capítulo sobre Técnicas de limpieza orgánica (Kriyás)

La naturaleza distribuyó remedios por todas partes.

PLINIO EL VIEJO

Hablar de limpieza orgánica equivale implícitamente a afirmar que necesitamos eliminar de alguna forma los desechos y toxinas de nuestro organismo.

Hasta el comienzo de la era industrial, el hombre sólo debía enfrentarse con las agresiones naturales del medio exterior. Frutas tóxicas, hongos venenosos, plantas que producían alergias, microbios, bacterias, animales venenosos, etc., constituían sus principales enemigos. Pero en la actualidad, como consecuencia del progreso y la gran industrialización, el ser humano se encuentra cada vez más perturbado en su equilibrio biológico, por sus costumbres de vida y también por la invasión química del medio que lo rodea, que no cesa de aumentar.

Como no podemos cambiar el mundo, lo más inteligente, factible y efectivo es cambiarnos a nosotros mismos.

En la antigüedad, los yôgis elaboraron una serie de técnicas muy efectivas, llamadas kriyás, para estimular la desintoxicación orgánica.

En nuestro cuerpo se produce una acumulación de sustancias indeseables, ya sea por el ingreso de sustancias extrañas o por la acumulación excesiva de toxinas. Las toxinas son desechos provenientes del metabolismo celular. Una parte de ellas proviene del desgaste del organismo en su vida biológica; otras se generan como consecuencia de la degradación y transformación de las sustancias alimenticias. En pequeñas cantidades, su presencia es perfectamente normal ya que el organismo está preparado para librarse de ellas.

Esto nos muestra claramente que debemos adaptar nuestro régimen alimenticio a nuestras necesidades, puesto que, si comemos más de lo que podemos quemar, el cuerpo se encuentra con un exceso de sustancias con las que no sabe qué hacer.

Los científicos afirman que cada persona consume un promedio de tres kilos por año de aditivos, tales como colorantes, emulsionantes, estabilizantes, conservantes, etc., que en la actualidad están presentes casi en la totalidad de los alimentos. Pero no sólo por medio de la vía digestiva asimilamos tóxicos; también a través de la piel, que es sumamente permeable, nos llegan sustancias nocivas. Al respirar, incorporamos humo de tabaco, gases de hidrocarburos y muchas otras sustancias que están presentes en el aire aunque lo ignoremos.