Construir el hábito

3 minutos de lectura - Publicado el 27 de ago
Julieta Wertheimer @ DeROSE Method | Belgrano

Adaptación, hábito, aprendizaje, plasticidad nos permiten reinventarnos para la supervivencia, ya sea biológica o intelectual en un sentido amplio (me refiero a la capacidad de flexibilizar los pensamientos, puntos de vista o decisiones, cuando buscamos acuerdo con otras personas).

Podemos ver la adaptación en cómo nos acostumbramos al peso de la ropa sobre el cuerpo, en la manera en que incorporamos nuevas culturas o rutinas. Son cambios que pueden ocurrir de forma inconsciente o consciente; a veces para acompañar los tiempos que corren, y otras, para alcanzar lo que deseamos hacer o transformarnos en quienes queremos ser.

Primero se aprende, luego se repite y se hace hábito. Al sostenerlo en el tiempo, se produce ese cambio profundo: la plasticidad, la transformación. Una vez que algo se ha aprendido, queda disponible como recurso, listo para activarse cuando lo necesitamos. Pensemos, por ejemplo, en la capacidad de concentración.

Hay tareas que requieren muy poca atención, pero otras necesitan el 100 %. Si no invertimos esa energía, puede que no logremos el resultado esperado, o que tardemos mucho más en alcanzarlo y gastemos más recursos de los necesarios.

Hábito y aprendizaje también aplican a la concentración. Podemos aprender a enfocar la mente cuando lo deseemos y a abstraernos de lo que ocurre alrededor, para generar un estado de concentración plena.

Podés empezar a entrenar tu concentración sin necesidad de que sea útil en ese momento. Como un juego. Elegí un momento del día, puede ser en tu escritorio de trabajo, y fijá la mirada en un punto al frente —una imagen, una marca en la pared o algún objeto de la mesa—. Si ves que te dispersás, cambiá el objeto en el cual estás haciendo foco. Sostené el ejercicio un par de minutos. Vas a notar cómo el entorno comienza a difuminarse. Una vez entrenada esa capacidad de abstracción, llega el turno de sostener la atención en el punto elegido.

De esta manera vamos entrenando la mente y el pensamiento. Y cuando llegue el momento de necesitar mayor atención y concentración, el hábito ya estará en vos: tu cabeza sabrá lo que le estás proponiendo y te seguirá el juego ;)

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Libertad y disciplina

3 minutos de lectura - Publicado el 2 de jul
Lucia Gagliardini @ DeROSE Method | Belgrano

Parece que se viene una ola polar. Ayer empezó el invierno. Hoy llovió, salió el sol, se nubló, hizo frío, estuvo agradable. Mucha diversidad a lo largo de un mismo día. Si mis decisiones / planes hubiesen dependido del clima, habría sido un barrilete a total merced de los estímulos. Y si hubiese ignorado mi entorno, definitivamente la habría pasado mal.

Julio, que se va arrimando, trae múltiples temas, como el tiempo el día de hoy. A mí me toca escribir sobre libertad y disciplina; mientras tanto, sopla el viento furioso del inicio del invierno, se mete entre los árboles y a ese claro clima de desazón, que a veces se vive los domingos, se le suma el de la inquietud del viento, de lo que aparentemente puede ser, de igual manera, amable y hostil.

Me siento ante este tema como quien se sienta ante un fueguito que abriga. En parte fue por esta dupla por momentos impensable —libertad y disciplina— que años atrás, un día, decidí que quería enseñar el Método DeRose. Fue por la combinación de esas dos cosas que no sabía que era posible juntar. Llamo disciplina, en mi caso, a la capacidad de construir cualquier cosa: pintar un cuadro, dirigir una escuela, escribir un libro de poemas, sostener un vínculo, entrenar algo de manera sostenida (más allá del clima). Llamo disciplina a la sumatoria de ladrillitos que dan existencia a lo que queremos llevar adelante. Y libertad, a la manera en que lo construimos. Sin que eso llegue al punto de someternos. Poder construir, crear, llevar adelante proyectos, vínculos, la vida misma sin que sea a costa nuestra. Parece una obviedad, pero no lo es. Por eso nos pasa muchas veces que, aun haciendo lo que nos gusta, algo no esté siendo como queríamos. Y no porque todo tenga que ser como queremos, ni mucho menos. Pero a veces tenemos esa clara sensación de estar pendientes de más, de que aquello que tanto queremos hacer está ocupando lugares que son de otras cosas, incluso que perdió su cauce y desborda por todos lados.

Pensaba que la libertad y la disciplina empapan la manera en que entrenamos en las escuelas, pero también nuestra forma de enseñar, trabajar y construir. No porque siempre nos salga bien, sino porque es una variable que tenemos en cuenta en el momento de tomar decisiones, casi diría en el momento de hacer cualquier cosa.

La disciplina nos trae la posibilidad de construir. La libertad, la de establecer un vínculo con lo que estamos creando, ya sea de manera individual o colectiva; un vínculo amoroso, considerado, potente, encauzado y por lo tanto duradero. No sé si alguna vez te preguntaste cómo conviven en vos libertad y disciplina, pero sabé que son una gran dupla y, cuando en un proyecto van de la mano, despliegan un inesperado potencial.

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