No es lo mismo leer, estudiar o practicar filosofía.

Podemos leer filosofía como quien lee un cuento. En búsqueda de inspiración, tal vez aprender alguna cosa, incorporar algún modelo de pensamiento para resolver una cuestión que nos aqueja.

Podemos ir a la universidad a estudiar filosofía. Leer muchos autores. Compararlos. Escuchar profundas explicaciones del contexto en el que se escribieron los textos, las historias y vidas de sus autores. Llegar a ser expertos conocedores de las propuestas de cada línea filosófica.

Pero practicar filosofía es otra cosa.

Practicar filosofía es vivirla. Es tener una brújula y usarla para no caminar sin rumbo. Es permanentemente aplicar los modelos de pensamiento propuestos a los pequeños y grandes momentos de la vida. Sobre todo a los pequeños, porque con un poco de suerte eso nos prepara para los grandes.