Fragmento del libro Bienvenido Yôga de Edgardo Caramella

3 minutes read - Published at Aug 01
Maria Laura @ DeROSE Method | Bariloche

Fragmento del libro Bienvenido Yôga de Edgardo Caramella

Capítulo sobre Técnicas de limpieza orgánica (Kriyás)

La naturaleza distribuyó remedios por todas partes.

PLINIO EL VIEJO

Hablar de limpieza orgánica equivale implícitamente a afirmar que necesitamos eliminar de alguna forma los desechos y toxinas de nuestro organismo.

Hasta el comienzo de la era industrial, el hombre sólo debía enfrentarse con las agresiones naturales del medio exterior. Frutas tóxicas, hongos venenosos, plantas que producían alergias, microbios, bacterias, animales venenosos, etc., constituían sus principales enemigos. Pero en la actualidad, como consecuencia del progreso y la gran industrialización, el ser humano se encuentra cada vez más perturbado en su equilibrio biológico, por sus costumbres de vida y también por la invasión química del medio que lo rodea, que no cesa de aumentar.

Como no podemos cambiar el mundo, lo más inteligente, factible y efectivo es cambiarnos a nosotros mismos.

En la antigüedad, los yôgis elaboraron una serie de técnicas muy efectivas, llamadas kriyás, para estimular la desintoxicación orgánica.

En nuestro cuerpo se produce una acumulación de sustancias indeseables, ya sea por el ingreso de sustancias extrañas o por la acumulación excesiva de toxinas. Las toxinas son desechos provenientes del metabolismo celular. Una parte de ellas proviene del desgaste del organismo en su vida biológica; otras se generan como consecuencia de la degradación y transformación de las sustancias alimenticias. En pequeñas cantidades, su presencia es perfectamente normal ya que el organismo está preparado para librarse de ellas.

Esto nos muestra claramente que debemos adaptar nuestro régimen alimenticio a nuestras necesidades, puesto que, si comemos más de lo que podemos quemar, el cuerpo se encuentra con un exceso de sustancias con las que no sabe qué hacer.

Los científicos afirman que cada persona consume un promedio de tres kilos por año de aditivos, tales como colorantes, emulsionantes, estabilizantes, conservantes, etc., que en la actualidad están presentes casi en la totalidad de los alimentos. Pero no sólo por medio de la vía digestiva asimilamos tóxicos; también a través de la piel, que es sumamente permeable, nos llegan sustancias nocivas. Al respirar, incorporamos humo de tabaco, gases de hidrocarburos y muchas otras sustancias que están presentes en el aire aunque lo ignoremos.

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Libertad y disciplina

3 minutes read - Published at Jul 02
Lucia Gagliardini @ DeROSE Method | Belgrano

Parece que se viene una ola polar. Ayer empezó el invierno. Hoy llovió, salió el sol, se nubló, hizo frío, estuvo agradable. Mucha diversidad a lo largo de un mismo día. Si mis decisiones / planes hubiesen dependido del clima, habría sido un barrilete a total merced de los estímulos. Y si hubiese ignorado mi entorno, definitivamente la habría pasado mal.

Julio, que se va arrimando, trae múltiples temas, como el tiempo el día de hoy. A mí me toca escribir sobre libertad y disciplina; mientras tanto, sopla el viento furioso del inicio del invierno, se mete entre los árboles y a ese claro clima de desazón, que a veces se vive los domingos, se le suma el de la inquietud del viento, de lo que aparentemente puede ser, de igual manera, amable y hostil.

Me siento ante este tema como quien se sienta ante un fueguito que abriga. En parte fue por esta dupla por momentos impensable —libertad y disciplina— que años atrás, un día, decidí que quería enseñar el Método DeRose. Fue por la combinación de esas dos cosas que no sabía que era posible juntar. Llamo disciplina, en mi caso, a la capacidad de construir cualquier cosa: pintar un cuadro, dirigir una escuela, escribir un libro de poemas, sostener un vínculo, entrenar algo de manera sostenida (más allá del clima). Llamo disciplina a la sumatoria de ladrillitos que dan existencia a lo que queremos llevar adelante. Y libertad, a la manera en que lo construimos. Sin que eso llegue al punto de someternos. Poder construir, crear, llevar adelante proyectos, vínculos, la vida misma sin que sea a costa nuestra. Parece una obviedad, pero no lo es. Por eso nos pasa muchas veces que, aun haciendo lo que nos gusta, algo no esté siendo como queríamos. Y no porque todo tenga que ser como queremos, ni mucho menos. Pero a veces tenemos esa clara sensación de estar pendientes de más, de que aquello que tanto queremos hacer está ocupando lugares que son de otras cosas, incluso que perdió su cauce y desborda por todos lados.

Pensaba que la libertad y la disciplina empapan la manera en que entrenamos en las escuelas, pero también nuestra forma de enseñar, trabajar y construir. No porque siempre nos salga bien, sino porque es una variable que tenemos en cuenta en el momento de tomar decisiones, casi diría en el momento de hacer cualquier cosa.

La disciplina nos trae la posibilidad de construir. La libertad, la de establecer un vínculo con lo que estamos creando, ya sea de manera individual o colectiva; un vínculo amoroso, considerado, potente, encauzado y por lo tanto duradero. No sé si alguna vez te preguntaste cómo conviven en vos libertad y disciplina, pero sabé que son una gran dupla y, cuando en un proyecto van de la mano, despliegan un inesperado potencial.

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¿Cuándo fue la última vez que te concentraste en tu respiración?

4 minutos de lectura - Publicado el 14 de abr 2021
Edgardo Caramella @ DeROSE Method | Argentina

—¡Se me cortó el aliento!

¿Cuántas veces escuchamos esa frase ante una situación sorpresiva o que genera emoción y estrés? Una especie de dicho popular que se repite sin tener en cuenta la gran verdad que encierra. La expresión pone de manifiesto un proceso vital y orgánico descubierto hace miles de años de manera intuitiva: la relación entre emoción y respiración.

Ante una contingencia, la emocionalidad se dispara. Se libera una oleada de energía y el organismo la transforma y la utiliza para responder a los estímulos que generan las emociones primarias: ira o miedo. No son las únicas, existen otras variedades de emociones que se derivan de estas dos principales y con la cuales lidiamos cotidianamente.

La lectura automática que realiza nuestro organismo es que la supervivencia está en riesgo y necesitaremos toda la fuerza para realizar dos acciones físicas inmediatas ligadas a esas emociones: básicamente, luchar o huir. Esta es la síntesis del conocido proceso denominado estrés, esa reacción fisiológica del organismo que pone en juego diversos mecanismos de defensa, para afrontar una situación percibida como amenazante o de demanda incrementada.

Lo que más me interesa destacar sobre este recurso, que automáticamente se ha ocupado en mantenernos con vida desde hace milenios, es el vínculo que existe entre la respiración y la emoción.

Desde tiempos muy antiguos el ser humano encontró en la respiración una llave para administrar sus emociones y conquistar más objetividad en la toma de decisiones. Un mecanismo para sentirse más libre y autosuficiente.

Escuelas filosóficas, religiones, artes marciales y otras disciplinas incorporaron técnicas y capitalizaron ese poder. El respeto al poder del aire pasó a estar presente en casi todas las mitologías, en forma de atributos de deidades y relatos grandiosos.

En la mitología hindú, Parjánya, figura que representaba al huracán en los tiempos védicos; en la antigua Grecia, Eolo, el señor de los vientos en la Odisea y protector de Ulises; en el imperio maya, Kukulcán, una divinidad amiga de los hombres, que administraba los vientos; en la mitología nórdica, Njörd, dios del mar y del viento, invocado en las tempestades. Y solo son algunos ejemplos.

Entre los hindúes se menciona que nacemos con un crédito de respiraciones para consumir durante la vida. Si las gastamos respirando apresurados, nuestro tiempo de vida será menor. Con esta creencia fortalecen la idea de que siempre debemos respirar de manera lenta, profunda, completa y consciente.

Con sus avances, la ciencia respalda las afirmaciones de las antiguas filosofías sobre la necesidad de administrar la respiración y utilizarla como la batuta con la cual podemos conducir nuestra armonía orgánica.

Sin embargo —como explica el Profesor DeRose en el libro Respira, la nueva ciencia de un arte olvidado al ser entrevistado por el autor, James Nestor—, lo más importante no es únicamente el aire: es la energía, el prána. Una fuerza que podemos definir como cualquier tipo de energía que se manifieste biológicamente. Una fuente de poder inconmensurable que potencia nuestra evolución y nos permite percibir el mundo y sus fenómenos con mayor objetividad y claridad.

Tal vez sea el momento de observar cómo estás respirando. No olvides que cada vez que inspirás, comienza una oportunidad.

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